PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DE CÉSAR SECO Parte 4
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*



1

Azul violeta
en la noche densa
nos cerca, nos arropa.


2

La eternidad.
Todo fluye y regresa
el alba cana.


3

Detente; mira
cómo teje el viento
las nubes abrigo.


4

Contempla nubes
en el cielo y tendrás
libertad; salmos.

...

de Ranuras, inédito

Sofocado corazón de ballenas


A sangre de ballenas
el cielo cobalto no llueve

Desaloja el nombre de la orca
y tigres de cristal
Cocodrilos mansos en lágrimas de lejía

De rodillas
veo diluvios
Según las grullas:
Alguien ha de pagar
el derrumbe


De Caza de animales






















Animal


a Juan Sánchez Peláez

Ese animal que soy
recuerda la noche lo mismo que la presa
vuelve a ella en procura de música al creerse vivo

Baja redime y torna a su piel en último resguardo
aunque los temporales acosen

Ese animal que soy
más lejos de la manada
rondando el fuego de su guarida
regresa del cuerpo
se levanta del acantilado en quebranto
y atiende los llamados del día
a pesar de su apetito montaraz

ese animal viene del cañamo
donde los hilos lo van basteando
hasta decir su nombre simple
De poco sirve salir al descampado
ocultando el pelaje y las garras
disimulando la voracidad que lo asiste
cuando todos duermen

Ese animal surgido así
sabe que la tierra sigue siendo ancha
y que la bestia que lleva consuela


Escurana


Él piensa que soy santa.
Está loco.
Las santas son morenas y menudas,
o blancas como el yeso,
y no gritan,
como yo bajo su cuerpo.

Él piensa que soy santa.
Lo sé: me unta de saliva,
me cubre de gasas,
me prende velas.
Dice: Hazme un milagro.
Entonces, reúno los doce miembros
de su cuerpo infiel
y los coso, punto en cruz,
sobre la blanca superficie.
Parece un alfabeto, dice,
y los puntos le duelen.
El hilo seco
imprime su carne.
Ya estoy listo, anuncia.
Ya puedo leerme.

de Escurana, 2004






Identidad


La obseción de no poder ser Cecilia
Rodolfo Baralt

Me llaman viva cuando estoy muerta
Me llaman audaz cuando estoy débil
Práctica desde somnolienta
Lúvida y brutal
De la autenticidad lista para otros plagios
Influenciable cuando soy verdadera
Ilusionada en perfecto estado de decepción
Desbocada completamente serena
En construcción totalmente destruida
Sólo vacía si puedo soltar mis animales
La soberbia sube mi humildad
Con los ojos abiertos la ceguera es natural.

Bebo agua bebo agua bebo agua
Temo absorberme

Me tengo miedo en el espejo de los otros
Porque cuando han vociferado he sido loca

Pero sin ellos estoy en la llanura
esquelética desnuda
sin nombre
mirando al cielo
buscando mi estrella Aldebarán

de Autorretrato, 1993





























Lo que no sabemos del verso


¡Y QUIÉN SOPLA por fin
estos versos?

Dime
¿qué luz itinerante los lleva?

¡Quién teje
las sílabas del mundo?

A estos versos
¡qué fulgor invisible
los hace palabra,

qué brisa los
predica en la voz?

¡CUál sombra los sostine
en el vacío de la hoja?

¿Y quién
en la oscura caligrafía del asombro
los hace constelación?

¿Quién sopla estos versos?

Dime
escuchante
¿quién murmura sobre éste
y se borra enseguida?
Como una canción que se traga otra
como el instante traza eternidades

¿quién sopla en estos versos
el mismo verso?

de Bajo palabra, 2006







Una abuela es una casa


a la memoria de Isola Linares de Sánchez, mi abuela

Yo también tuve una casa como las que obsequia el poeta Luis
[Alberto
pero jamás un padre como el Inmigrante de Gerbasi.
Mi Infancia transcurrió junto a mi abuela
que llevaba consigo una inmensa biblioteca adherida a la
[memoria.
Mi casa era un jardín encerrado en ruinas marginales de
[techos de zinc repletos de goteras...
Mi abuela trajo al mundo diez lumbreras
que en el transcurso de la vida se le fueron convirtiendo
en cosas inferiores a mecheros de kerosén,
de los que he visto en algunos caseríos de Lara.
En esa casa el sol se llamaba mi abuela.
Lo más hermoso de mi casa era el jardín, el altar de los santos
[y su cuarto,
los cuales edificó a fuerza de ilusiones.
Ella me dio a probar el algarrobo
y me enseñó a desenterrar lombrices y misterios de la tierra;
me presentó al Ángel de la guarda
y aprendí a amar a las mujeres a través de María,
a convertir cristianos con el agua bendita,
y a luego en un novenario expulsarlos de la tierra.
...














Nunca nos dejan fuera


A Edmundo Ramos

Es mucho mejor volver a estas calles
Es mucho mejor quedarse en este callejón
lleno de vinos y saludos cordiales
olvidar los sucesos de fin de semana

Aquí está el violinista
Aquí estamos todos
Pasando el sombrero
Para pagar nuestra pensión de sueños



















Malos pasos


A estas alturas deberías estar celebrando el ritual de un
atraco celestial
O ruletendo por las calles con tu fechoría Express
Los buenos pasos de choro se te inculcaron desde niño como
navaja taladrando al tiempo.

Pero andas en malos pasos
Saliste poeta y hasta practicas el budismo zen
Discípulo de lao tsè (el colmo de los colmos)
De niño te señalaban con la frase “eres y serás pillo aunque
demuestres lo contrario”.
Andas en malos pasos
Escribiendo poesía y practicando la meditación zen en vez
de estar asaltando la sucursal del cielo.
Y abandonaste el colegio de aprendices de mafioso donde
aprenderías buenos modales en vez de estar en aburridos
cafetines hablando de literatura
Y se te enseñó que tu única opción de relacionarte con una
mujer es con las “chicas públicas”
Pero tu no aprendes malhechor por que te pasas la vida
esperando la reencarnación de SOR JUANA INÈZ DE LA CRUZ
para ser amado por ella
O al menos hubieses hecho un curso de político y empleado
público donde te hubiesen dado el diploma de técnico en
guisos administrativos y tràcalas polìticas pero tu no
te adaptas ingenuo y mal viviente poeta por que casi nunca
en tu vida hàs estado en una oficina burocrática
...

Afandi


De ti sólo me queda
un sabor
aceitunado
en el recuerdo
Como Beduina
he recorrido los desiertos
de tu cuerpo
en la noche
En el juego
Detenido
en cada poro
de mi piel
Donde te invoca
mi alma
en un perfume.

*

No viven mucho
los poetas
No terrenalmente

Su torpeza un día
ofende a los comunes

Su falta de gracia y de sigilo
en las vastedades sociales

Por eso buscan las altas hierbas
y las mareas crecidas

Ocultos
como melodías del cosmos
en piedra convertidas

De los poemarios Hojas y nada y Bosque como el verde




Breves del hijo

1

Las manos sumergen un cofre
El cofre cerrado de mi hijo
El cofre de los peces dormidos.

2

La mesa, el hijo, la moneda,
la transfiguración.

3

Los pequeños incendios de sus dedos;
la ceniza que se vuelve cruel en su pecho.

4

Alguien me otorga un caballo
Voy hacia mi hijo
Ya no está mi hijo sino el fuego
El símblo fuego del viaje
El caballo de la cara quemada.











La casa, en otra parte


nada de grandes mobiliarios
una mesa de luz
una pequeña biblioteca, los libros imprescindibles solamente
un catre cómodo
una mac-quina para leer escribir ver cine escuchar música
una ventana –amplia– que dé a una autopista a un parque al bulevar

a una montaña

al lago

vino
un amigo
una o dos mujeres
algunos bares cerca
después de que todo esté calculado, bien dispuesto
después de tenerlo todo a mano
cambiarlo en un instante por otro sitio

lejos

idéntico







Corona


No es que mi ciudad haya sido destruida
no se trata de calibrar las consecuencias del desastre
hacer el recuento de lo devastado
enumerar y clasificar sus ruinas

Por cierto,
¿Adónde van las ruinas?
¿Cuál es el destino de los viejos cascotes?
¿Dónde los escombros del solar colonial?

¿Acaso existe un cementerio con todo esto
donde podamos ofrecer nuestra memoria
y sobre todo agradecer
la solidez prestada a estos trozos abnegados, serviciales?


De Ciudad imaginaria, 2006









Canto a una cala


Todo el universo cabe en tu párpado albino
eres la boca que canta lo que la tierra
no se atreve a decir
sor Juana, Manuela, Isadora, Malinche y mi hermana...
gaviotas cósmicas de la montaña
sólo a través de tu cuenca tiene el cancerbero
el observatorio de la esfera celeste
ombligo de donde salen todas las estrellas
vigías de los amantes y refugiados
fosa láctea en tí, beben los astros y los seres de la noche
eres la copa que alza Perséfones al reino negado
dentro de tí permanece clavada la espada de Arturo
o acaso sos cofre níveo donde reposa el cabello de la bella Isolda?
En tí, se recoge la neblina de mis páramos
para venir a mis manos como un pequeño palomo
astrolabio de la memoria.











Contra el miedo


Un poeta no puede vivir en el miedo
debe vivir saltando
entre las copas de los árboles
sobre la mesa de los bares
como un ruiseñor
incendiado de azul
sobre la ceniza de los días y la lluvia
y los desperdicios de la ciudad
nada de vivir aislado
en los jardines de los grandes señores
sería más glorioso existir
como un vendedor ambulante
negociando su última pieza
como un campesino con su marusa
como un sacerdote en su exilio de Dios
cabalgando sobre la propia cola del infierno.


De Calle del pez. Monte Avila Editores, 2005.










Vuelto ebrio


Vuelto ebrio
porque te perfumaste la mirada
y decidiste ser luna antigua
de las que celestinan
los cuerpos sin minutos

Ahora no tengo ganas
de volver a ser
lo que el espejo
me vivía pidiendo.
Quiero desordenarme
aunque tu cosmos no me acepte
aunque tus lunares
me vivan exigiendo
credenciales de hombre sobrio

Vuelto ebrio
ante tus pieles
enemigas de los glaciares.










El papagayo

Hace mucho tiempo, cuando aún cabalgaba el potro pío de la infancia, solía ir a una huerta detrás de mi casa y pasarme horas enteras elevando un papagayo.

-Perdedera de tiempo, ganas de hacer nada; decía mi familia, y me colmaban de reproches y se empeñaban en demostrarme la inutilidad de mi esfuerzo y la necesidad de aprender cosas útiles y ¡nunca les hice caso!


La vida, a golpes, me ha enseñado que no se hace compañía juntando soledades, ni se construyen puentes con serpentinas, ni se evitan bombardeos creando pájaros; pero, yo soy tonto definitivamente y sigo elevando el papagayo.


















P.M. & A.M.

A Pablo Mora

Pablo: en esta ciudad donde vivimos
nos confunden a veces por detalles
por el Mora común que en esos valles
los dos mal rubricamos y exhibimos

Nos iguala también el desatino
de amar los versos y que por la calle
la misma voz el corazón nos talle
y al caminar juntemos los caminos

Por eso en el terrón de mi labranza
abro esta sementera de bonanza
para hacerme más digno de tu gloria

pues por seguir tu huella y tu esperanza
es que mi corazón se eleva y canta
desde el hondón oscuro de su historia.

En: Zaranda XI.




















S/c 78


Tengo sed
no me des de beber
dame un beso

tengo hambre
no quiero comer
dame un beso

tengo frío
no me abrigues
dame un beso

cuando la sed el hambre el frío
bésame
dame un beso solamente
















El hombre


Proviene de una despeñadura enloquecida. Insinúa una suave sonrisa divinal. Respira la celeste mirada de su sol. Consume la agónica tristeza de las hojas. Interpreta la silenciosa huracandad del tiempo. Cavila debajo de la noche y la tormenta. Desangra en las cinco parcelas de la Tierra. Navega entre borrasca, grito y alborada. Agoniza en la nieve, en el llanto y en el plato. Cabalga con toda la tristumbre de los montes. Transita en tempestades mundanal miseria. Maldice las horrendas torturas del hermano. Consagra la levadura eterna de los panes. Conoce los pasos permanentes de la sombra. Despliega temores, ramalazos y portentos. Se agita en el fuego bravío de la mar. Se afinca en la locura en lucha con su pena. Mendiga la lumbre de la gota en el alambre. Quisiera recuperar el curricán perdido. Tritura las indómitas fieras que lo acosan. Renace de entre la podredumbre de la fosa. Se entrega en las redes de un tiempo submarino. Violenta volcánico la luz de otras estrellas. Arremete contra la infancia alada de las rosas. Se enrumba delirante al acecho de otra aurora. Se astilla ante el antiguo malecón del puerto. Desgarra el alma fulgurante de la flor. Se inclina sobre los fogonazos de sus huesos. Se aferra a las entrañas de su viejo pan. Llovizna sobre la polvareda de sus sueños. Desguaza furente el huracán en alta mar. Desgaja las indomables fauces de la sombra. Se eterniza sepultado en la fragua de la guerra. Se esfuma entre las ventanuras del azul. Nos acusa, nos grita y nos reclama.






Canción lejana


Pasa por mi corazón
la vieja casa materna
cubiertas de malangas
y matices vino tinto
de sus desaparecidos almendrones.
Un olor a granos cocidos
se pierde más allá de la cocina y del peltre azul cobalto
de las ollas y cafetera
la casa de mi madre
es un pájaro
que canta en su nido de helechos
a la sal de los alimentos
la concordia y los olores.
Pequeño hogar
que ahora pasas por mi corazón
silbando trinos lejanos
sólo mi perro blanco
lo entiende.
Madre recorro la casa
pero no la veo
de día un humo gris
tuerce las calles
de noche nubes negras
cubren la luna
al amanecer
ya no está
el cerro de la cruz
todo el piedemonte
es una horrible cortina
de latón y aluminio
derritiendo el verde quemado
que las clama en la distancia.
Madre
ya no está la montaña
se ha perdido como mi perro
junto aquel cachorro de venado
tal real como estas colinas
que me mostraste
a mis cinco siete
u ocho años
¿Recuerdas madre recuerdas?

Arte poética


Palabra pronunciada
vestigio
canto indescifrable
en la caverna
presencia deslizada
hasta tocar
hasta sosegar
el bufo gruñir de mi respiración

Palabra escrita
huella en la roca
roca en la arena
sombra de luna disuelta
en la tenaz geometría
de una llovizna interminable

Aún no sé leer
piedras siempre de mi boca se despeñan

Remedo
aquel canto de sal
aquel despojo de lluvia

Todo esfuerzo sigue siendo apenas una inexplicable insistencia
ripioso imaginario contra el olvido

Restarán
dos espejos enfrentados
y entre ellos arena
sólo arena
que habrá cesado de caer




Gacela de marcos


He estado con los días
traspirando la música olvidada
de otro cuerpo, la gris espera
de una lluvia incesante y seca.
He estado Marcos esperando
a sabiendas que no vinieras
y en tu lugar un ángel obstinara
el polvo menudo del deseo.
¿Quiénes son los que te olvidan?
¿Quiénes en el humo vespertino
de las ansias recuerdan
como un ligero temblor las sombras?
¿Quiénes se dicen las palabras
el breve murmullo que se entrega
el amor que no fue de nadie
a todo el mundo?

De Prisionero del Aire, 2008
















*

Por acudir
a encuentros en tu cuerpo
nombro cinturas extranjeras
Caracas o una de sus calles en madrugada
El puente extraordinario
hundido en medio del río
El nombre de mamá detrás de la mirada
El cielo idiota
ennegrecido en el ejercicio del recuerdo
y el viejo corazón capataz del amor
haciendo compañía
El brillo lejano y violento
del parabrisas
imitándote
mujer indignante
que pronuncias quedo
las angustias ciudadanas


260390. Caracas









VII


Creo en mi perro
como en mi madre
ambos me aman
uno es mi mejor amigo
la otra es mi mejor madre
Menean la cola
o el rabo al verme
y de paso me dicen
que no salga
con perras
Que son mala compañía
Que al menor descuido
me destrozan
Entre los tres
hay una extraña dialéctica
perruna
que resolvemos
entre
huesos
y la exquisitez
de contradictorios ladridos
Menéame.























En la Guaira


En la Guaira todos llevan calladas sus tragedias
y aunque el mercado grita
las calles quieren unión
y estrechan a los dolientes
y aunque las piedras no recuerdan haber rodado
las estatuas miran el mar suspendidas y pálidas
Aquí la tierra quiere perder la memoria
y la virgen extiende los brazos
con el bebé perdido
y la gente al caminar siente un muñón o
una pierna que les falta
y todos sienten algo que olvidaron
o dejaron en casa
todos llevan grietas y si el viento grita
nadie responde
y el suelo se sostiene imperturbable y solemne
cubriendo a los muertos
y aunque el mar no recuerda
aquellos que recuerdan
no quieren recordar




Chicharra II


Ya no eres ni la sombra
cuya puerta más solitaria
se enreda
entre los jardines olvidados
pero ahora te grito
para que despiertes!






























Adiós, señora vida


En tu lumbre redonda
un día pasó mi sombra
pájaro de relumbre, ojos rosados,
bebió el aire temprano
detrás de los ramajes,
tiembla, parado ya,
sin miedo dice su canción
un silbido agudo abre la flor
hoja de amargas venas,
único lecho, estanque frío,
luz que devuelve paradojas a la esencial razón,
topos a la locura, en tierra buena
entrar de nuevo en un giro resoluto, cambiar, cambiar
hacia lo mismo siempre; adiós, señora vida.

de Agadón o el brusco pavor de los tréboles
















No queda tiempo



No queda tiempo para pensar mucho en ti,
poema
por eso te hago con las maduras cosas
de ayer y con las de hoy, tan verdes,
dan su acervo sabor, su piel reluciente
al aire de las palabras que pueda dispensar.
Pero sólo un instante, un instante
para entender que el amor, un momento
en la huida, puede alcanzar certeramente
el blanco lanzando el dardo en plena carrera
mientras el tiempo herido en las vértebras
se retuerce y cae como una serpiente detrás de ti,



de Mar amargo



















Gordo




Después de abandonar la mesa, de acabar la comida el hombre se dirige al cuarto. Ha saciado su gula. Está cansado de lo evidente. Su cuerpo se derrumba por las habladurías. Maneja la idea de atentar contra su vida; son sólo chistes según sus amigos. El espejo no miente; considera la posibilidad de abandonar su cuerpo devastado por la grasa. Sube a un banco y amarra de la lámpara una cuerda, la pasa por su cuello; empuja el banco y el mundo comienza a cerrarse en su garganta. El aire se represa en sus pulmones. Se despide de la vida cuando parte del techo se desprende y su humanidad va a dar al piso.


















Nirvana



En el jardín durmieron duendes
cuando leíamos jeroglíficos de lluvia
Allí fuimos acudiendo
los buscadores de tiempo
enamoramos nuestros seres
aprendiendo a vendimiar agua por estrellas


Nos conformamos con la poca luz milenaria
presagiamos el amor en la esfinge prometida
y nuestros pasos calcularon el silencio


Mañana despertaremos cruzando lo imposible
miraremos en el interior de las cosas
y el más tierno de los pájaros
sabrá que perdió su gorjeo en la nada
al final del camino.



















Señora

Señora
Asediado
por la vanidad
del tiempo
su cuerpo
advierte
la destrucción
Fuegos iniciales
consumieron
primaveras
de imposible
retorno
Apenas
su mirada
nublada
esboza
un tiempo
de mares llenos
Y no
–nunca, no–
seré atrapado
por el aciago
silencio
de un sexo
vejado
por el sol







*


Mientras duermo
Sumergida
en arenas de trigo


Soy pan
dulce
disuelto en tu leche
ahogado
en la espesura de tus días
hundido
en la comisura de tus labios


Muriendo
en el compás de tu lengua
que absorbe
hasta mi último día.







XIX

Vigilia
entre tempestuosas
olas
una corta historia
contada por un viajero
de mundos
ocurre
cuando la luna es rosada
acerca de algunos árboles
que de noche hablaban
de unirse
todo ser
vivo
para salvar
nuestra casa
de azules
y verdes
mientras otros seres
dormían
con estos bonitos
cuentos
se aviva
la llama
de lámpara
manteniéndose
despiertos

Una noche







XI

Existe, solo nos queda, este Paso de Servidumbre, y no sé a donde, tal vez no lleve.
Pero, un Camino aquí, sé que lo hubo, tal vez se nos borró después que vivieron.
Quienes habitaron aquí prepararon mejor las cosas.
Y dejaron “S e ñ a s” (sin pensar en nosotros que no existimos)
Tenían pocas palabras que nombrar, las suficientes, no otras ni más.

En el decir “C a s c a d a”: ruidos transparentes sin ese gran peso de uno mismo que se tiene
Cuando resta alcanzar el Paso, ahí donde nos cuesta la neblina, sin otro sentido que las pertenencias del Bosque.

En el decir “M u r o”: una lectura sin palabras esa larga línea de piedras calzadas.
Giraron con el tacto hasta dar con su vuelta. Había un Tiempo en cada una.
Observarlas, desde una íntima distancia, era leer en la Piedra.

En el decir “C a s a”: no era una casa solariega, mas sí Centenaria.
En un lugar, no digamos campo, estos sitios resisten porque quedan.
Y donde no hay bosque un bosque se halla, del modo como a una tierra apisonada
Se le adoquina la arcilla ruda y sin pintar (como es el gusto),
Pues esta Casa, desde que la hicieron, no le han vuelto a hacer más nada.

De El Gladiolo gladiolo












La diosa alabastrina

(Para Sarduy, intentando alguno de sus modos)

Después de tomar la estampita de MAría Lionza
y de preguntar si se trataba de efigie de Hedy Lamarr,
la diosa alabastrina me subió a su barca
(dibujar ese momento, destacando la escandalosa blancura
de la mujer vestida de negro).
Bogamos.
Yo iba cautivo de su belleza arcaica (sustituir después ese adjetivo).
Aún no llegaba la noche.
A lo lejos, pájaros.
Cerca de la orilla, nenúfares de Monet
(quitar Monet ydejar, simplemente, nenúfares).
La bendita cirscunstancia de las flores por todas partes
(esta frase es un homenaje a Piñera y podría omitirse
por estar quizá fuera de contexto).
De cualquier lugar,
en un abrir y cerrar de ojos,
brotarán los seres prodigiosos.
Vienen de visita a este lago,
desde una novela de Severo Sarduy.
Se llaman Auxilio y Socorro.
Lacustres están. Es que no fluyen.











Humo



Humo atravezando puentes
levadizos de sueño azul
cruzando entrededos silencio
silencio dentro
dentro de la piel...




De Viendo la tarde con un amor a ruedas, 2007



































*

Voy a contar tus manos en el bazar, entre la multitud de
gentes que transitan la ennegrecida calle. un resplandor eriza
la proximidad y canta mi piel la desconocida canción de la
distancia. Me preguntan por tu ausencia y suelo contar historias
de príncipes y princesas galopando por caminos arbolados.
Casi casi que los castillos resplandecientes me ponen puentes
levadizos: una sola entrada y tu altura me cubre entre flores de
variado nombre.






De cuando sorprendí a Isaura diganamente trajeada como una flor




Más liebre que pájaro
treparé en tus senos
las colinas de San Carlos
lento iré de las faldas a la cima



Y morderé obediente los arbustos
que me acercan al otro cielo de las leyendas
más pájaro que leopardo
cantaré en tu nombre
Isaura
el anhelo salvaje
mi pequeña eternidad.










Universo




El gato tiene una sombra
tan gigante como una montaña,
tenebrosísima y llena de truenos a la vez.



Cuando aparezca
por las esquinas del pan,
cerca de donde viven
todas las patas de la mesa,
buscaré conversar
con esa sombra montaña,
y propondré
que en vez de perseguirme
vaya mejor detras del gato
que es de su tamaño.







Arte amatoria





Como un viejo poeta
que venera las palabras
y convive con ellas
acariciándolas
golpeándolas
revirtiendo su orden
buscando el mejor lugar
para pronunciarlas
en favor de la belleza
del poema
así nuestro amor









Caballito de mar



Desde el patio de mi casa
en Nueva Trujillo de Barinas
ví un choque de nubes
blancos y grises se fundieron
y presuroso un caballito de mar
desapareció en la distancia de copito en copito
buscando
creo
el azul de un mundo que no conozco
ya quisiera un poeta hacer lo mismo
para componer sus versos
con copitos de nubes
quizás no necesite palabras
para decir te amo
ni que le duele el corazón
eso pensé
sentado en el patio de mi casa
escuchando el canto de los grillos
como si fuera para mi que cantaran




Al ritmo del blues en otoño




Por la mañana temprano, antes del día,
el blues baja a mi encuentro.
(Muddy Waters, en Early morning blues, 1950)


El hombre que amo es un obrero
de una fábrica en Ohio
lo veo llegar lleno de carbón
las madrugadas
al salir del trabajo.
Lo espero para abrazarlo
y él desea darse una ducha
lo retengo y le doy un beso.
Creo que no tendremos tiempo para esperar…










Hojas de ceniza


(A un jurado cualquiera)
Es posible que ustedes no me escojan como poeta.
Es necesario aconsejarles que tengan mucho cuidado y no por mí sino por los demás.
Cada uno espera el galardón.
Pueden tomar una lupa y escrutar verso a verso.
Todos son buenos.
Los conozco bien.
En ellos reluce el blanco satén de una belleza colectiva.
Venus
Eros
Artesanos de la palabra
Es difícil ser poeta
Es una locura intentarlo
Pierdes el tiempo.
Mi padrastro dice: "¿has ganado algo con ello, al menos dinero?
No, contesto cotidianamente.
Y bajo sus lentes puedo ver sutiles maldiciones.
Sin embargo aquí estoy, honorables miembros del jurado.
Este oficio me lleva a perder el tiempo.
A contemplar en los rojos incendios de la memoria, algo de la crueldad popular.
Es un silencio misterioso, este constante ir y venir por los jardines de la escarcha, con los ojos apaciguados por el esplendor de las rosas y las lluvias, tal vez.
...


Nubia

Pregunto al Sol de este mediodía
A esta canícula
Por Nubia
Por su alimento de petróleo
Por sus terrones dulces de petróleo
Bajo los almendrones de la loca Rebeca
La vieja sola y la loca Rebeca
No la de Macondo
Nosotros tuvimos nuestra propia Rebeca
Larga, vieja y sola
Bruja
Antes de Macondo la tuvimos
Por Nubia pregunto
Por su cuerpecito de lirio
Marchito
Verde-terroso
Casi tranparente
A este Sol de hoy pregunto
Con más de treinta años de por medio
Un beso ausente de por medio
y la muerte como un sopor caliente
de por medio














*




No está aquí la vegetación
que purifica la sangre
y me derramo sin saber
que he preñado la luna
Es el miedo que me borra
hasta el nombre de pila
y me vuelvo nada
como nada desnuda






















*



El fuego de los dioses
Creamos
los destinos
Son de sangre
los adoquines
y el asfalto
Hurtamos
el fuego
y las entrañas
no cesan
de hacer hermosas
las aves
de lejanos abolengos











Esto dice vallejo

a Lázaro Álvarez

Esto dice Vallejo: hay que pensar
con la mente más blanca
y mirarse el ombligo desnudo
cuando duele
el dolor más humano
cuando duele más allá de este reino
de los cielos oscuros.
Y entonces volver a pensar
en uno mismo y en su hermano
y mirarse las manos vacías
con los ojos más tristes y más tiernos
que hayan visto este mundo
cuando viaja el hombre con su herida primera
y con su pensamiento
-siempre transparente
siempre pensamiento-
más allá de este reino
habitado por nosotros
los aventados por el remolino
de la desesperación
lo que abren la boca y reciben por gracia
la piedra que golpea
alimenta y acalla.
...
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